
Síndrome de sobrecarga del cuidador o Burnt-out
El Síndrome del Cuidador o Burnt-out fue descripto por
primera vez en Estados Unidos en el año 1974. Consiste en
un profundo desgaste emocional y físico que experimenta la
persona que convive y cuida a un enfermo crónico incurable
como es el caso de la enfermedad de Alzheimer. El cuidador
que puede sufrirlo es aquel que llega a dedicarle gran
parte de su tiempo, durante un período prolongado y con
estrategias pasivas e inadecuadas de resolución de
problemas.
El agotamiento de los recursos económicos, emocionales,
físicos o psíquicos también son un aspecto importante en
la vida diaria de la persona que se encarga de la atención
de un anciano dependiente. El resultado de esta situación
es que el cuidador, sin quererlo, se "quema", lo que
perjudica su salud y bienestar tanto físico como mental,
de manera que repercute en la persona a quien quiere
ayudar y en el resto de sus familiares o personas de su
entorno más cercano.
Cuando el cuidador comienza a "quemarse" presenta al
menos uno de los siguientes síntomas:
Pérdida de energía, fatiga crónica. Según la investigación realizada por Instituto de Mayores y Servicios Sociales de España (IMSERSO) en el año 1995, denominada “Cuidados en la vejez – El apoyo informal”, cuyo objetivo principal era conocer el alcance y características del apoyo informal (el mismo refiere al cuidado brindado por los familiares), el resultado sobre los efectos negativos que el hecho de cuidar les implicaba a los cuidadores principales pueden agruparse en tres tipos de consecuencias adversas:
Laborales: no podían
concentrarse al trabajar 26%; tuvieron que abandonar su
trabajo el 11,5%, mientras que otros se vieron
obligadas/os a reducir su jornada laboral 12,4%. Sobre su vida afectiva y relacional: el 64,1% declaró que se habían visto obligadas/os a reducir su tiempo de ocio y dijeron no poder ir de vacaciones el 48,4% de la muestra.
¿Cómo actuar ante esta situación? Puede concluirse que el trabajo de cuidar a ancianos dependientes origina una serie de problemas y angustias a quienes lo desempeñan. Es aconsejable recurrir, a tiempo, a profesionales en gerontología social, para que realicen una valoración del caso en particular. El resultado de la evaluación indicará el tipo de servicio más adecuado de acuerdo a los parámetros observados; el cual debe satisfacer por lo menos dos objetivos considerados fundamentales: 1.Respecto al familiar: brindar los apoyos que en cada caso corresponda, es decir, aliviar la carga que se haya detectado en la persona cuidadora; otrogándole la tranquilidad necesaria para llevar adelante sus actividades. 2.Respecto al adulto mayor: intentar mejorar la calidad de vida y la rehabilitación de la persona mayor con problemas de dependencia, mediante las intervenciones profesionales adecuadas. |